A la reina del cuché -ahora soberana del «share»- le ha llegado la revancha con su último trabajo televisivo: un éxito de audiencia que gran parte de la crítica sigue sin encajar. Ana Obregón protagoniza y con mucho éxito la noche de los jueves con «Ana y los Siete» superando incluso a la exitosa «Cuéntame cómo paso».
La boda de «Ana y los siete» fue el capítulo más visto desde el final de «Médico de familia». ¿Qué tiene que decir a sus siete millones de espectadores?
-Estoy realmente impresionada y profundamente halagada. Aunque es satisfactorio para todo el equipo, mi caso es especial: he pasado un año de mi vida preparando esta serie, preparando los argumentos, haciendo el cásting,… es un proyecto muy mío, en el que me he involucrado y he defendido desde el principio, algo que ha sido muy duro.
¿Tanto le costó convencer del exito de la serie?
-Cuando yo dije que tenía una idea y que estaba trabajando en un argumento para una serie de éxito, la risa fue generalizada. Ahora, con los datos de audiencia en la mano, he callado muchas bocas y lo he hecho de la única manera que sé hacer: trabajando.
Sin embargo, las críticas no han disminuido.
-Las críticas a la serie siempre han estado motivadas por todo lo que despierta mi faceta de personaje público: son una venganza sobre mi persona, algo que es injusto para la serie y para todos mis compañeros. Estoy convencida de que mi éxito ha molestado a mucha gente. Si en lugar de ser Ana Obregón la responsable hubiese sido otra actriz, los críticos no hubiesen sido tan crueles. A pesar de que soy una gran profesional y que llevo trabajando como actriz desde que tengo diecisiete años siempre se pone en tela de juicio mi trabajo.
Algunas críticas atacan la simpleza de los argumentos.
-No me preocupa que algunos piensen que la serie es ñoña o que los argumentos son una tontería, hay siete millones de seguidores a los que les gustan. ¿Sabe lo que creo? que lo que molesta en realidad de «Ana y los siete» es que habla de valores humanos muy olvidados en televisión como la familia, la ternura, el amor, la magia… Aquí no comerciamos con dramas ni sensacionalismos, enganchamos a la audiencia a base de las pequeñas cosas del día a día.
Está realmente convencida de la dureza de los críticos.
-¿Cómo no? Después de dejar pasar seis meses entre temporadas y tres cambios consecutivos de ubicación hacemos el capítulo más visto desde «Médico de familia» y todavía siguen cuestionando nuestro éxito; ni siquiera nos han nominado a los Premios TP cuando hemos sido la serie más vista de la temporada. Una de dos: o los audímetros mienten o lo hacen los que organizan los premios.
Sin embargo, ha sido premiada por la Asociación de la Prensa de Radio y TV como autora revelación.
-Es verdad, recibo el premio en marzo y estoy muy ilusionada. Sé que a muchos les sorprenderá, al igual que los responsables de programación alucinan cada viernes cuando ven los resultados de audiencia sin explicarse cómo nuestra serie funciona tan bien.
Confiese: ¿dónde está la clave?
-Esta es una serie nacida de la mente de una madre, y eso se nota; sólo desde la experiencia que he tenido con mi hijo he podido configurar todo el universo de «Ana y los 7».
¿Qué sintió cuando su serie barrió en audiencia al reportaje de cámara oculta sobre Lequio?
-Fue emocionante. Aunque suene a falso, es cierto que yo nunca me he alegrado de vencer a nadie en audiencia: llevo bastante mal lo de competir con otros compañeros; sin embargo, esa noche sí que me alegré: machacar a dos programas que representan todo aquello que yo considero basura fue maravilloso. Es como si el cielo me hubiese dado la oportunidad de cobrar mi revancha sobre el amarillismo y ese tipo de prensa que tanto daño me ha hecho y que tantas noches me ha quitado el sueño: ahora, con el éxito en el bolsillo, me gustaría verles la cara.
Dulce, humilde, comprensiva y buena chica: su personaje es toda una santa. ¿No le parece injusto haberse adjudicado el mejor papel?
-No se crea, para una actriz no hay nada mejor que interpretar a una mala; en el fondo, envidio el personaje de Silvia Marsó. Más que buena, Ana es una víctima; sin embargo, es posible que esto cambie en los próximos capítulos.
Su éxito entre la audiencia infantil ha cobrado dimensión de fenómeno.
-Es cierto, incluso me increpan (amablemente) las madres porque sus hijos quieren una madre como yo. La verdad es que los niños son unos grandes fans de la serie e incluso los que no la pueden ver por la hora obligan a sus padres a grabársela en vídeo. Lo que más les gusta es mi personaje.
El mundo de los clubs de «strip tease», una familia elitista… La serie no busca precisamente la identificación con el espectador.
-No me motivaba hacer una serie como se hacen todas, protagonizada por un nucleo familiar de clase media para enganchar al espectador por similitud; me pareció interesante la idea de aglutinar dos mundos tan distintos entre sí y tan ajenos al espectador como la noche y los millonarios.
¿Cree que su trabajo en la serie ha contribuido a limpiar su imagen pública?
-No es que la limpie, lo que pasa es que -aunque en el fondo todo el mundo sabe que soy buena gente- a veces es imposible no parecer frívola si todos tus movimientos salen en la prensa rosa.
Desde que sale en la serie se la ve menos en el cuché. ¿Le han dado los paparazzi una tregua?
-En absoluto. Lo que pasa es que trabajo trece horas diarias y luego no me quedan ganas de salir pero, en cuanto me voy a bailar un día me sacan como si estuviese todos los días de parranda.
Se ha comentado que tenía pensado fichar a su hijo como actor de la serie.
-Eso es falso, pongo especial atención en alejarlo de la vida pública.
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