Siendo el correo electrónico el principal medio de propagación e infección de virus informáticos y gusanos, parece lógica la implantación de sistemas antivirus a nivel de servidores de correo, así como en otros puntos críticos de la red, por ejemplo un proxy, por donde se canalizan las conexiones de los usuarios corporativos a Internet…
No obstante la implantación de estos sistemas antivirus no está exenta de problemas, en especial a nivel de rendimiento cuando se trata de servidores que manejan un gran volumen de tráfico.
Si un usuario es capaz de notar que su PC se enlentece o se vuelve inestable al instalar determinado producto antivirus, el caso se complica aun más cuando hablamos de un servicio tan crítico para la empresa como es el correo electrónico. A buen seguro son muchos los sufridos administradores de sistemas los que pueden contarnos más de una batallita en este sentido.
Para contrarrestar este tipo de efectos, o como causa de ellos, algunos sistemas antivirus hace dejación de sus funciones. Así, por ejemplo, en algunos casos nos hemos podido encontrar con sistemas que dejan de analizar mensajes de forma arbitraria cuando hay mucha carga de trabajo, o aquellos otros que para aumentar su velocidad de análisis no soportan ciertos formatos de empaquetado o la mayoría de formatos de compresión, lo que abre en ambos casos una ventana a
la entrada de e-mails infectados.
Aunque los avances son constantes en este terreno, siendo muchos los servidores de correo que ya incorporan interfaces específicos para facilitar la función a los antivirus, la propia naturaleza de los
antivirus los penaliza. Esto es así ya que cada día que pasa aumenta
la base de datos de firmas que tienen que contrastar para identificar
a los virus, así como aumenta las formas y formatos en que éstos
pueden ocultarse y presentarse.
También por la propia funcionalidad de los virus y gusanos
tradicionales (dejando a un lado los gusanos para servidores web y similares), la capacidad de detección los antivirus, sobre todo a nivel de heurística y proactividad, siempre será menor en un servidor perimetral que en una estación de trabajo o PC. No en vano, el servidor perimetral no deja de ser un punto de tránsito para el virus, mientras que se desenmascara y procede a la infección y resto de acciones en la estación de trabajo, por lo que es más fácil detectarlo en esta última.
Para terminar de poner trabas a los antivirus perimetrales, tampoco hay que pasar por alto que son muchos los casos donde se instala la misma marca de antivirus en todos los puntos de la red, tanto en servidores perimetrales como en las estaciones de trabajo, fruto de «paquetes oferta» o recomendaciones del distribuidor. En estos casos se está multiplicando el número de análisis que se realizan sobre los contenidos que llegan a la empresa, pero no su calidad, ya que las soluciones de la misma marca comparten el fichero de firmas de virus reconocidos. Si un virus es identificado en el servidor de correo, también lo sería en la estación de trabajo, y si burla uno de los puntos probablemente lo hará con el resto.
Llegados a este punto hay que decir que las soluciones antivirus perimetrales son recomendables, se trata de una capa más de protección. Aunque queda claro que están lejos de ser la panacea, y que su implantación requiere un análisis concienzudo que comprenda una comparativa de productos con diversos tests sobre la casuística particular del entorno corporativo donde se ha de instalar. En algunos casos especiales su instalación puede ser no recomendable, y en su lugar será más fácil y adecuado, y no por ello menos efectivo,
implantar una política especial de filtros a nivel de contenidos.
Por último, recomendamos que su implantación sea transparente al usuario y que se haga hincapié en la necesidad de no bajar la guardia a nivel de estaciones de trabajo, ya que en muchas ocasiones el saber que existe un antivirus perimetral puede crear una falsa sensación de seguridad, que conlleva el descuidar las prácticas más básicas de prevención.
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