Sin duda Buenos Aires es una ciudad peculiar. Cuando iba del aeropuerto hacia el hotel me he encontrado con cosas muy curiosas. Para empezar, creo que nos quejamos en exceso en Cataluña cuando hablamos de peajes… sólo el trayecto del Aeropuerto de Ezeizo al hotel (en Palermo) ha llevado como 3 pagos.
Otra cosa curiosa es que los coches o son muy nuevos o son muy viejos… pero cuando digo viejos, son viejos de verdad… he visto algunos que en alguno de los baches de la carretera se podrían destartalar. Porque, esa es otra… parece que no hayan asfaltado las carreteras en décadas.
Y que conste que no quiero decir que esto sea malo, simplemente es lo que es. Por ejemplo, una cosa genial es que, por lo general, los edificios son bastante bajos, de 2 o 3 plantas de media, calculo. Supongo que por eso la ciudad es tan gigante en cuanto a extensión. Cuando aterrizaba se veía el inicio cercano a la costa, pero no se divisaba el final… al rato, cuando al avión llevaba cerca de 5 minutos sobrevolando la ciudad a 400km/h hemos dado la vuelta, por donde empezaban a haber algunas urbanizaciones con piscina y mucho, mucho bosque y campo.
Aún así, tengo la sensación de que es una ciudad que desde los 70 no ha evolucionado. Es como si el tiempo pasase, pero la ciudad en sí se hubiera quedado anclada en esa época… los edificios me recuerdan a los del barrio donde vivo, construido a mediados de los 70. Eso sí, el Congreso es exactamente igual que todos, una especie de edificio griego en medio de la ciudad que no pega ni con cola (como pasa en Madrid).
Aunque realmente donde me lo pasé mejor y donde pasé mucho miedo fue en el partido River Plate vs. Boca Juniors. Estábamos muy cerca de la zona donde estaban los aficionados del Boca, y la verdad es que el partido fue bastante aburrido (1-0), los dos equipos están por el medio de la clasificación, pero como le decía a los que venían: hay dos partidos, uno abajo en la zona verde, y otro por encima
.
Lo que me habían contado de que los hinchas no dejan de cantar es totalmente cierto. Durante toda la primera parte los hinchas del Boca se pasaron cantando la misma canción, y para la segunda parte cambiaron. Los del River, sí que había una zona bastante parecida, pero realmente cuando se notaba era cuando pasaba algo en el césped: todo el mundo se ponía a cantar o a lanzar improperios contra los rivales o el árbitro.
Una cosa a tener en cuenta es que el River se ha quedado sin entrenador y parece que va mal en general, incluso nos contaron que podrían cambiar «las normas» para que se quedase en Primera División. También nos contaban que aquí la gente vive por y para el fútbol, y eso se notaba sólo viendo banderas (telones) como estos:
Eso sí, cuando el River metió el gol del partido, los del Boca se enfadaron un poco, bastante, y comenzaron a encender bengalas y a tirarlas a la pista (suerte que es un estadio con pistas de atletismo, porque sino se hubieran cargado al portero).
Ahora toca volver al trabajo, a las reuniones, aunque eso sí, con el temblor de todo un estadio bajo mis pies (todavía no me explico cómo la estructura del estadio es capaz de aguantar tales presiones y saltos) y un adiós hacia el estadio del River.
Por cierto, si a alguien le interesa el Boca-River (el partido de vuelta) ya hay entradas a la venta.
Deja una respuesta