De tanto en tanto tengo algunos días interminables que me pasan factura. Y estas últimas semanas están siendo de este estilo.
Mi vida parece que se centre ya no tanto en actuar sino en pensar, ya que a nivel personal estoy en un momento de cambios que requieren en una primera instancia saber qué camino tomar, y antes de hacer nada voy con calma tomando decisiones que poco a poco van recibiendo forma. En la vida profesional más o menos me encuentro en la misma situación, ya que mi valor hoy en día no se encuentra tanto en hacer cosas sino en pensar cómo han de ser esas cosas y detallarlas al máximo para que otros las lleven a cabo.
Pero aunque nuestra cabeza sea la parte que más energía requiera de nuestro cuerpo y tengamos poder para dársela, todo tiene un límite, y el mio ha sido alcanzado hoy.
Estoy cansado, agotado de pensar (aunque suene bastante mal). Normalmente no descanso mucho aunque lo intento, intento dedicarme tiempo a mi, algo que depende de tu profesión es algo que no se hace, y yo, en ese sentido desde mayo he hecho poco.
Creo que como ya comenté con lo del año sabático, aunque aun falta tiempo hasta septiembre voy a dedicar las próximas semanas a compatibilizar mucho más mi día a día con lo que yo quier que sea. Mi valor está en la calidad y no tanto en la cantidad, así que voy a probar una temporada de hacer menos cosas pero más concentradas y focalizadas en ser productivas.
Hoy toca entrada breve para un día en el que la cabeza no da para más.
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