Carlos Latre el hombre de las mil caras

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A Carlos Latre, lo vemos todas las noches en Crónicas Marcianas, tiene 24 años, 180 caras, millones de espectadores y un tesoro: su voz. El imitador televisivo se va de gira con un montaje teatral. ¡Controooool!

“¡Pero yo quería que viniera…!”. Carlos Latre se acaba de agarrar una rabieta. Nada más terminar la prueba de sonido, Eva Tovar, su representante y coordinadora de Crónicas marcianas, se ha acercado a decirle que Javier Sardà tampoco podrá ver hoy su espectáculo (1+1= no son 2).

No es cierto. En realidad, hace tiempo que Sardà confirmó su asistencia. Todo el equipo lo sabe, pero disimulan. Carlos Latre es uno de esos tipos cariñosos a los que hace ilusión dar una sorpresa. Así que Tovar sigue el juego: “Carlos, te dijo que seguramente no podría venir”. Pero el humorista se aleja con la cabeza gacha por los pasillos del Palacio Municipal de Congresos de Madrid.

Hace 4 años, Latre, entonces un chaval de tan sólo 20, se estrenó en Crónicas marcianas (Tele 5), el programa de televisión que le ha hecho famoso. Se deshace de gratitud: “La única escuela que he tenido es la de Sardà.

He ido moldeando mis actuaciones a través de él, de sus consejos. Me dice, ‘no digas esto, aquello’… Me sigue gustando mucho sorprenderle. Es como un reto”. Por eso está decepcionado. No puede esperar a que Sardà vea su espectáculo. El aprendiz ha echado a andar solo.

Son las 12.30 de la mañana. Se acaba de despertar y está sentado en la cafetería del hotel Sofitel, situado justo enfrente del Palacio Municipal de Congresos, donde dentro de 10 horas representará su espectáculo por segundo día consecutivo. Lleva puestas unas gafas de sol (“Una manía. Así me voy despertando poco a poco”) y viste de negro de arriba abajo. Llama a un camarero y pide un Cola Cao caliente y un sándwich mixto para desayunar.

Creo que es la primera vez que oigo hablar a Carlos Latre con la voz de Carlos Latre y haciendo de Carlos Latre. “¿Ves esto?”, dice sosteniendo uno de esos botecitos de miel que dan en los hoteles, “es mi salvación. Ahora estoy un poco ronco, pero al final del día habré recuperado completamente la voz”. O lo que es lo mismo, habrá recuperado su tesoro: esas cuerdas vocales que moldea como le da la gana y cuando le da la gana.

Es algo que hace continuamente, aunque no esté trabajando. De pronto es como si tuvieras a Boris, a Bustamante o a Torrente (“¿Qué pasa, chavalilla?”) sentados al lado. Resulta imposible no reírse. “Me he dado cuenta de que tengo que cuidarme. Antes fumaba mucho, pero lo he dejado. No me ha costado, porque me noto la voz mejor. En el espectáculo hay un momento que hago de Jesús Quintero y tengo que fumar. ¿Y sabes lo que hago? No me trago el humo”.

Si de algo pueden estar 100% seguros es de que Carlos también leerá este reportaje. Lo leerá y lo guardará, como hace con todos, hasta las reseñas más minúsculas. El primero fue una crítica sobre el programa Xou com sou (TV-3), que se publicó en el Diari de Tarragona. “Al final del artículo decía: ‘Lo mejor, los dos imitadores”.

No lo hace para regodearse en su fama, sino con la ilusión del recién llegado que no sale de su asombro. Pero no es lo único que atesora. Además de ser un coleccionista de artículos, Latre recopila momentos y personas. Lo fotografía todo con una cámara digital del tamaño de una casete que siempre lleva con él. Incluso a esta sorprendida periodista (quien, por supuesto, le pide una copia).

Mientras Latre desayuna, se van uniendo a la mesa el también humorista Xavier Deltell, su compañero de espectáculo; David Acedo, productor de la gira; Eva Tovar, su representante, y Yolanda, su novia, que además de novia hace las veces de memoria, secretaria y madre. Latre prefiere que se deje al margen su vida privada.

Sin embargo, vamos a desobedecerle para dar unas pinceladas rápidas sobre Yolanda. Se conocieron en el mundo de la radio cuando ella tenía 26 años y él 20. Actualmente es una más del entramado de la gira. Peina las pelucas, ayuda a decidir la distribución de los invitados en el patio de butacas, paga los taxis… Digamos que no se limita a acompañarle.

Pronto la conversación gira en torno a la representación de la noche anterior. “¡Buf!”, le cuenta Latre a un amigo por teléfono, “estuvo genial, genial, pero genial”. Está pletórico y tiene motivos. Las entradas del espectáculo que le tendrá viajando por España hasta julio se están vendiendo como rosquillas.

Nació en Castellón pero creció en Tarragona. Era un niño cuando empezó a ejercitar sus imitaciones. “Imitaba a mis profesores, a mis amigos, a los imitadores que me gustaban…”. La suma de talento y desparpajo le ayudó a abrirse camino en el mundo de la radio. La historia, algo enrevesada, es la siguiente: cinco amigos de Latre participaron en un concurso de imitadores de los Backstreet Boys de Los 40 principales Reus.

Según explica Iván Cánovas, que trabajaba en la emisora y fue testigo directo de aquello, “Carlos era el sexto miembro del grupo, pero como los Backstreet Boys eran cinco, se quedó fuera”. Sus amigos ganaron el concurso y para celebrarlo fueron a cenar a un restaurante chino con Cánovas y María José Gil, coordinadora del programa.

Latre también acudió. Al final de la cena, durante los cafés, empezó a imitar a famosos. Así entró a trabajar como locutor en la cadena. “Siempre quería hacer imitaciones”, cuenta Cánovas. “Incluso copiaba a otros locutores. Yo le decía que tenía que hablar con su voz y crear su personalidad”. Pero Latre no podía frenar su vena imitadora.

El contrato de Carlos terminó y no le renovaron, pero Cánovas le ofreció que presentara junto a él el programa de contactos ¿Què fas aquesta nit?, de la cadena SER Tarragona. Allí, por fin, pudo ejercitar su arte. “Hacía de Luz Casal, Torrente, Calamaro…

Entonces llevaba todos los personajes que sabía hacer apuntados en un papelucho que guardaba doblado en un bolsillo del pantalón”, recuerda Cánovas. “Yo le decía: ‘Carlos, no puedes ir con eso por ahí. Da mala imagen. Te lo tienes que pasar a máquina’. Y me hizo caso”.

“¿Qué, cuándo te vas a Nueva York?”. Son las 15.30 y Latre está sentado en un comedor del hotel en compañía de Fernando Ramos, antiguo compañero en Crónicas marcianas y actual comentarista de «A tu lado». Uno de sus múltiples amigos del mundo de la televisión. “En Navidad”, responde Carlos. En casi todas sus entrevistas hay una referencia a Nueva York, el lugar de sus sueños.

“La ciudad”, como él la llama. Será la segunda vez que salga de España porque sólo ha estado en Tallin, la capital de Estonia. La visitó disfrazado de Salomé, cubriendo para Crónicas marcianas la participación de Rosa en el Festival de Eurovisión.

Pero habíamos dejado a Carlos con 19 años y ejercitando sus cuerdas vocales. La radio es lo que tiene, que la garganta es la única herramienta de trabajo. Por esas fechas, Latre se mudó a Barcelona donde trabajó, ya siempre como imitador, en el programa Segundos fuera, de Radio España, y en Xou com sou, de TV-3. Y llegó la gran oportunidad.

Durante la presentación de un libro de Ricardo Bofill, que Latre cubrió para Segundos fuera, coincidió con Javier Sardà. “Siempre he pensado que no tenía nada que perder”, recuerda. Así que se plantó frente a él y se puso a imitar a Juan Adriansens, un contertulio famoso por sus gritos. “Sardà me pidió el teléfono y a los dos meses y pico me llamó”. ¿Habías perdido ya la esperanza? “No. Nunca la perdí”.

“¡Ehhhhh! ¡Deltell, Carlos!”. Son las 21.30 y Latre se encamina hacia su camerino en el Palacio Municipal de Congresos. Pero una voz le detiene. ¡Sorpresa! Javier Sardà en persona con una sonrisa de oreja a oreja. Latre no sale de su asombro y mientras se funden en un abrazo empieza a hilar lo sucedido a sus espaldas.

La primera vez que Latre apareció en Crónicas marcianas lo hizo caracterizado de Adriansens. Gustó y sus apariciones, primero en compañía de Fran Blanco y más tarde solo, se estabilizaron semanalmente. Hizo de Torrente, Jorge Berrocal (de Gran Hermano), Dinio y Bea, la becaria enchufada, uno de sus personajes más famosos. Durante una buena temporada, Bea ocupaba una mesa situada detrás de la principal, en segundo plano. A muchos espectadores se les iban los ojos. No podían dejar de observar las monerías de ese tipo vestido de becaria pava.

Son las 23.00. El espectáculo lleva una hora en marcha. En escena, Carlos se deja la piel. Enlaza una caracterización con otra sin más ayuda que su voz y, en algunos casos, una peluca. Imita, canta, suda, hace el tonto… No tiene tregua. Cuando no está en escena, se le está oyendo por los altavoces.

En total, pone voz a cerca de 180 personajes y personajillos. El público, muy heterogéneo, estalla en carcajadas con sólo oír el “estoy confundido” de Dinio o el “¡vaaale!” de la pitonisa Lola. También se parte con Deltell. Y no digamos cuando aparece en escena alguno de los invitados con que Latre sazona el espectáculo (y que variará según la ciudad y las disponibilidades). Esta noche son Boris Izaguirre, Santiago Segura y Pablo Sebastián, el pianista de Cine de barrio, el programa que presenta José Manuel Parada.

Un día, cuando Latre ya llevaba un tiempo en el programa de Tele 5, Javier Sardà recibió una carta de Chicho Ibáñez Serrador. En ésta, Ibáñez se quejaba de que cuando Latre aparecía en pantalla no lo hacía también un cartelito con su nombre. “Yo veía que el resto tenía el suyo. Fuentes era Fuentes, Galindo era Galindo… Pero cuando Carlos salía ponía ‘clon de no sé quién’. Así que me permití escribir a Javier”.

Detrás del escenario, el espectáculo es impagable. Sentado en el suelo, Santiago Segura (amigo de Latre) no pierde detalle. Boris Izaguirre balancea la pierna derecha acompasadamente y Pablo Sebastian se acicala el pelo momentos antes de su intervención. Latre entra y sale para cambiar de peluca y beber agua. Cuando lo hace, observa a sus compañeros de equipo que levantan el pulgar en señal de todo-va-sobre-ruedas.

Un día se dio cuenta de que necesitaba un representante. Empezó a buscar a su alrededor y pidió consejo a Eva Tovar, coordinadora de Crónicas marcianas. La persona encargada de pagar a los colaboradores del programa, acostumbrada a lidiar con los representantes de unos y otros.

“¿Qué te parece Fulanito?”, preguntaba Latre. “No, Fulanito no”, respondía Tovar siempre. Hasta que un día Latre le propuso: “¿Y por qué no lo haces tú?”, y Tovar, tras llegar a un acuerdo con la productora, aceptó. La necesitaba, porque cada vez está más solicitado. Ha pasado de colaborador esporádico a plato fuerte del programa, pero además trabaja en Buenos días y La ola, ambos de Radio Nacional de España.

Tras dos horas y media de espectáculo, Latre sale disparado hacia su camerino empapado en sudor. Poco después entra Javier Sardà. Felicitaciones, pero también un tirón de orejas. “¡Media hora! ¡Te ha sobrado media hora! ¡No suma, Carlos, no suma!”. Aún así, Latre está contento. Una noche más, 2.000 personas se han muerto de risa con su espectáculo. Y lo que le queda.

Lo que ven aquí a la derecha es obra y gracia del arte de Juana Navarro, la maquilladora de Carlos Latre, y de la capacidad para cambiar el gesto del propio Latre. Desde hace tres años, el tándem está echándole imaginación y paciencia a las camaleonizaciones. Hacía tiempo que Juana trabajaba en el programa cuando Carlos se incorporó a Crónicas marcianas.

“Al principio me hacía el remolón para que fuera ella la que me maquillara, porque me gustaba cómo lo hacía”, recuerda. Ambos se tiran piropos continuamente. Él, que si ella es una artista. Ella, que si él es muy disciplinado. “Algunos personajes cuestan más que otros”, dice Juana. “Los que tienen barba son los más difíciles.

A veces tardamos dos horas y media. Y mientras tanto, él canta, imita…”. Juntos consiguen un resultado muy digno, más teniendo en cuenta las diferencias físicas con los imitados. “El día que me dijeron que Carlos tenía que salir de Rosa de España, ¡casi me da algo!”, recuerda Juana. El popular humorista puede emular a muchas más personas de las que imita en Crónicas marcianas.

En 1+1= no son 2 da rienda suelta a toda su capacidad moduladora. En total da vida a unas ciento ochenta personas. Habla como Butragueño, Alfonso Guerra, Pujol… O canta como Pimpinela, El Fary, Manolo García (uno de sus ídolos. ¿Imaginas poder cantar igual que tu ídolo?). Al espectador no le ha dado tiempo a sorprenderse con lo que acaba de oír, cuando ya está atacando al siguiente personaje.

1+1= no son 2 nació por casualidad, en una cena del equipo del programa de Tele 5 que culminó con Latre y Deltell haciendo el payaso con ceniceros en la cabeza. “Vimos que teníamos química”, dice Latre. También tuvo que ver el éxito de acogida del show que ambos representaron en Parla (Madrid) durante el ciclo Parlando humor, en abril del año pasado. Las 600 entradas se agotaron en una hora, así que a alguien se le encendió la bombilla.

Dicho y hecho. Carlos se puso a escribir el guión del espectáculo, que arranca con un viaje un tanto psicodélico que emprende la pitonisa Lola y durante el que se va encontrando a toda una retahíla de personajes. Hasta el mes de julio, la pareja dedicará los fines de semana a viajar por todo el país con el espectáculo.

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