Vapor de agua y nubes difíciles de detectar, hasta ahora ocultos para la mayoría de sensores atmosféricos, podrían estar jugando un importante papel en el clima global. Un paquete de instrumentos desarrollado por el National Center for Atmospheric Research ha conseguido poner de manifiesto estas estructuras y analizarlas.
Junhong Wang y su equipo de científicos prepararon los sensores con el objetivo de caracterizar la región situada entre los 8 y los 14 km de altitud. En esta zona, se detectaron capas de humedad (lo que sugiere la presencia de nubes cirrus de alto nivel) no observadas por los globos meteorológicos normales y otros instrumentos.
Estas nubes probablemente tienen poca influencia en las predicciones meteorológicas diarias, pero su omisión podría estar perjudicando nuestra visión a largo plazo del clima. En general, las nubes cirrus tienden a calentar el planeta, ya que permiten que la luz solar llegue a la superficie, pero atrapan la radiación emitida desde ella.
A tales altitudes, incluso pequeñas cantidades de vapor de agua y nubes cirrus son extremadamente importantes para el clima, ya que influyen en el equilibrio energético de la Tierra. Durante décadas se han estado utilizando los datos de las radiosondas para alimentar los modelos de climas pasados y futuros. Es posible que durante todo este tiempo se haya estado subestimando la cantidad de nubes cirrus en la atmósfera global, con lo que los resultados no pueden ser exactos.
Wang y sus colegas han analizado los datos de humedad proporcionados por las radiosondas en los primeros kilómetros dentro de la atmósfera. Unas 1.500 radiosondas se lanzan cada día en todo el mundo, formando la columna vertebral del sistema de observación meteorológica mundial. Wang comparó sus lecturas con las del sensor Snow White, un detector de humedad de alta calidad diseñado por la firma suiza Meteolabor AG para el programa IHOP2002. En el aire frío de 26.000 a 42.000 pies de altitud, los sensores normales siempre mostraban humedades relativas que iban del 10 al 30 por ciento. En cambio, en la misma región, la mitad de los sensores Snow White mostraron humedades relativas del 90 al 100 por ciento, un signo poderoso de la existencia de nubes.
Serían nubes cirrus «subvisibles», es decir, indetectables al ojo humano. Tanto los observadores terrestres como los satélites no pueden detectarlas fácilmente. Ahora que sabemos que existen y que podrían influir en el clima, deberemos esperar la mejora de la calidad de las radiosondas, cuyos datos nos ayudarán a corregir los recogidos en el pasado.
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