Leónidas 2002

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La noche del 18 al 19 de noviembre puede ser la última ocasión para ver una tormenta de Leónidas, ya que la próxima no se producirá, posiblemente, hasta el 2098. Un nuevo experimento del Instituto de Astrofísica de Canarias podría confirmar, definitivamente, que las estrellas fugaces están formadas por minúsculas partículas de polvo.

En noviembre, la naturaleza puede ofrecernos uno de sus mejores espectáculos astronómicos: una intensa lluvia de estrellas fugaces. Las Leónidas se producen cuando la Tierra intercepta uno de los filamentos de partículas que el cometa periódico Tempel-Tuttle genera al acercarse al Sol. Las partículas cometarias se desintegran en la alta atmósfera terrestre por el enorme rozamiento al que se ven sometidas. En ese momento emiten una gran cantidad de luz visible desde la superficie como estrellas fugaces.

Este año puede ser la última oportunidad de ver una tormenta de Leónidas, puesto que las predicciones indican que la próxima no se producirá, probablemente, hasta el 2098. Hasta esa fecha, todas las lluvias de Leónidas que se produzcan serán de muy baja intensidad, no llegando a las 1.000 estrellas fugaces por hora. Por el contrario, se calcula que, este año, unas 3.500 atravesarán el firmamento cada hora, aunque algunas estimaciones indican que el número podría ser ligeramente inferior.

La «tormenta» se producirá en la noche del 18 al 19 de noviembre, siendo el momento más intenso en torno a las 04:00 UTC de la madrugada del día 19. Además, se cree que esta lluvia va a ser especialmente rica en estrellas muy brillantes, por lo que su visión no se verá obstaculizada por la luna llena, que, por otro lado, se encuentra en una región del cielo muy distante de la de la lluvia. También habrá otro pico de intensidad sobre las diez de la mañana, pero, dada la hora, sólo se observará desde Norteamérica. En cualquier caso, esta segunda tormenta será menos intensa.

El hecho de que haya estas dos fases en la tormenta, separadas por más de seis horas, se debe a que el cometa P/Tempel-Tuttle dejó filamentos de partículas en dos ocasiones distintas. La primera fue en 1767, y es la que producirá el primer máximo. La segunda ocasión fue casi un siglo después, en 1866; cuando la Tierra cruce este segundo «rastro» de partículas será cuando se pueda ver la tormenta desde el continente norteamericano.

El estudio de las Leónidas es importante por varios motivos. Por un lado, permite determinar las características físicas de las partículas de polvo liberadas por el cometa P/Tempel-Tuttle, que desde el punto de vista astronómico dará información muy apreciada sobre los cometas. Por otro lado, y quizá más importante desde el punto de vista práctico, la presencia de una alta densidad de partículas en las cercanías de la Tierra supone un gran riesgo de impacto para los satélites y las plataformas espaciales en órbita, por lo que su estudio es de vital importancia para prevenir posibles daños. Investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) realizarán observaciones de la lluvia con el propósito de obtener la densidad de partículas en el espacio.

Los investigadores del IAC aprovecharán la alta actividad que las Leónidas presentan este año para realizar un novedoso experimento. Con él medirán una importante propiedad de la luz que es emitida por los meteoros cuando interaccionan con la atmósfera terrestre. Con estas medidas se obtendrá información sobre el tamaño y la composición química de los meteoros. Esta propiedad de la luz que va a ser estudiada se conoce como «polarización». Una onda de luz polarizada se caracteriza porque vibra preferentemente a lo largo de una dirección en un plano, como el que define una hoja de papel, mientras que una de luz no polarizada vibra en muchas direcciones. En condiciones normales, la luz no está polarizada, pero algunos procesos físicos son capaces de cambiar su estado. Uno de estos procesos se llama «dispersión» y se produce cuando la luz se encuentra con pequeñas partículas o moléculas en su camino. Esto es justo lo que ocurre cuando los meteoros atraviesan la atmósfera: al desintegrase, liberan pequeñas partículas de polvo que causan la dispersión de la luz y, por lo tanto, su polarización.

Este experimento ha sido concebido por investigadores del IAC y diseñado y fabricado en el área de instrumentación del centro. En él se utilizan instrumentos altamente sensibles, capaces de registrar la luz de estrellas débiles que no pueden ser detectadas a simple vista. Con este proyecto, mediante la detección de polarización lineal en las Leónidas, se podrá confirmar, por primera vez, que las estrellas fugaces están formadas por minúsculas partículas de polvo. Además, estas partículas son restos de la formación del Sistema Solar (y de nuestra Tierra), por lo que ampliando la información sobre ellas también mejoraremos el conocimiento que tenemos sobre esta etapa.

Por otro lado, el IAC ha desarrollado, por segunda vez, un proyecto educativo para involucrar a los alumnos de enseñanzas medias en la observación de las Leónidas. Este proyecto, al igual que en 1999, se articula en torno a una Unidad Didáctica dirigida a profesores de las asignaturas de Ciencias Naturales y Taller de Astronomía de ESO y Bachillerato.

El principal objetivo es introducir a los jóvenes estudiantes en una investigación científica real a través de la observación. Las tormentas de Leónidas ofrecen una oportunidad única para llevar a cabo una experiencia de este tipo porque son fenómenos muy poco comunes y no requieren ningún instrumento de observación, excepto nuestros propios ojos. Además, es uno de los pocos campos de la Astronomía (y de la Ciencia en general) al que se puede contribuir con observaciones visuales.

El IAC ha preparado una página web donde los profesores y los alumnos pueden inscribirse y consultar más información sobre esta iniciativa. (IAC)

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