Antes de nada, que nadie se me enfade, que esto es una opinión sin ánimo de lucro de algo que llevo pensando desde hace años…
Ayer estuve por Madrid, una de tantas decenas de veces desde 1999 que fui, si no recuerdo mal, al SIMO. En aquella época, yo, todo un pipiolo me encontraba en la capital completamente perdido y desorientado. Varias veces después, he seguido perdido y desorientado, aunque ya hay «trayectos» que me los conozco bastante bien. Lo curioso es que el «perderme» sólo me ocurre allí, porque en otras ciudades a las que he ido varias veces no me pasa.
Hace unas semanas, cuando estuvimos unos cuantos en el Congreso de Dominios hablaba con Jaume y es de la misma opinión que yo: hay algo en Madrid que no acaba de cuadrar. Y tras un paseo por la ciudad llegamos a una conclusión: Madrid tiene sabor a viejuno.
Es curioso porque siempre que he ido allí me ha dado la sensación de vivir en el siglo pasado. Las líneas de metro (en general) son muy antiguas, las calles muy grises, las fachadas también muy de piedra y grisáceo… incluso, ya lo último, es que las cosas nuevas parecen viejas. Por poner un ejemplo, los pilones que se ponen en las aceras para que no se suban los coches, parece que esté hecho adrede pero es que parecen viejos siendo ya nuevos.
Supongo que estoy mal acostumbrado a sitios como Barcelona o Granada. Barcelona tiene zonas ya con cierta edad pero que son coloridas. Tú te vas a Las Ramblas y ese suelo amarronado, con esos edificios tan dispares, con esas casetas… Además, sabes donde está el norte porque mires donde mires puedes averiguar el mar y la montaña, y con eso es muy sencillo situarse. En Granada me pasa más de lo mismo… vas por la calle y hay sensación de vida, un ambiente distinto, unos edificios que destacan… No sé, es como si la ciudad se hubiera comenzado a construir en el año 1600 y se haya querido modernizar manteniendo lo antiguo. En cambio, en Granada te encuentras cosas del año 1000 y en Barcelona cosas de la época medieval.
Sé que muchos se van a enfadar por esto que digo, y que conste que esta crítica no es por nada en especial ni ningín tipo de desprecio por nadie, sólo expongo una realidad (al menos mi realidad) al mundo con lo que veo cada vez que voy. Estoy seguro que si pudiera irme una semana de vacaciones y dejar de lado el ir de un lado a otro por trabajo me encontraría rincones que me harían cambiar de opinión.
Por cierto, sí que hay algunos edificios de Madrid que me encantan por alguna razón (supongo que es porque están ahí y sería complicado encontrarlos en otros lugares) como el Palacio Real de Madrid.
Deja una respuesta