Si hay un momento imprescindible en mi día a día es el momento ducha. Hay gente que por la mañana lo único que necesita es un café. Yo necesito una ducha tranquila, relajada para ser persona. Y es que esos 5, 10 o 15 minutos de ducha a parte de despertarme sin duda lo que me permiten es poner al día mi cabeza, ordenar mis ideas.
A parte de despertarme, que sin duda es algo importante, la ducha sirve para otra cosa muy importante: focalizarse. Los que aplican la Ley de la Atracción dicen que una de las primeras cosas que hay que hacer nada más despertarte es crear tu día. Directamente, nada más despertarte poner un poco de orden y decidir todo lo que vas a hacer y te va a pasar durante el día. Digamos que para mi ese es el momento bajo el agua.
Además, he llegado a la conclusión (tras unas cuantas duchas), que aunque te focalices en algo, tu «idea» principal, eso que no se te va de la cabeza, aparece en ese momento. Vamos, que tus problemas, tus preocupaciones, tus ilusiones, llámalo como quieras, aparecen en ese momento y eso es para ti lo importante. No sé a vosotros pero a mi directamente la cabeza se pone en modo automático y es el run run que va ahí sólo.
Dicen que (en general) los niños se bañan por la tarde y los adultos se duchan por la mañana.
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